*Ricardo Cossio estuvo cinco años antes del libro investigando junto a su cámara el quehacer de estas agrupaciones religiosas.
Por Jessica Acuña Neira.
Hay fotografías que roban un momento preciso, algo sorprendente, un gesto. Pero Ricardo Cossio ha tomado un camino diferente al usar su cámara, ya que se involucra con quienes retrata, transformándose en uno más del grupo, haciendo un viaje que le lleva a comprender profundamente lo que está inmortalizando. No sé en qué minuto se encantó con los bailes religiosos de Atacama, a tal punto que desde la presentación de su fotolibro “Devoción en Atacama”, llevaba ya cinco años antes siguiendo a los “chinos”, “morenadas”, “diabladas”, conversando con promeseros y promeseras por los diferentes rincones de esta región.
Gracias al proyecto Fondart del mismo nombre correspondiente al año 2022 del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, se hizo realidad una síntesis de este extenso trabajo, con el libro que incluye 68 fotografías que muestran estos bailes religiosos en la Fiesta de la Candelaria de Copiapó, de Caldera, la Fiesta de la Virgen del Carmen en Los Loros, así como también en localidades rurales como Carrizalillo, Totoral, El Salado, El Tránsito, Domeyko. Una selección de estas fotografías se presentó como exposición en el Centro de Extensión Casa Maldini Tornini, donde además de una inauguración memorable, el proyecto se acompañó de una estrategia en redes sociales que fue mostrando paso a paso, mes a mes, una selección de los registros en el instagram @devocion_en_atacama.
En esta red social es posible también apreciar trabajos audiovisuales del artista en conjunto con la Fundación Patrimonio del Barrio, la que tuvo un rol muy importante de sustento a este libro, aportando con investigación y el necesario soporte que un artista requiere a la hora de producir.
En este espacio digital hay fotografías, varias en blanco y negro y otras en colores, junto a una serie de videos cortos. Uno de ellos comienza con un sobrevuelo sobre Domeyko bajando hasta enfocar el baile religioso, luego deja ver su preparación, los músicos, la procesión, siempre con el regular ritmo de fondo característico de estos bailes interpretado por cajas y bombos. O aquél otro, que nos muestra la masividad de la Fiesta de La Candelaria en Copiapó. En lo personal, mi favorito es el que Ricardo dedicó a los promeseros y promeseras, el que comienza con un primer plano del bello traje bordado de una de ellas y luego conocemos al promesero, lo vemos bailar mientras escuchamos su voz. Nos cuenta que comenzó porque sus amigos lo llevaron a la diablada, pero que se enamoró del baile, ha hecho las promesas a la Virgen y se siente parte de esta institución.
Las fotografías son en su mayoría en blanco y negro, una portada en negro nos previene. Podemos ver la sombra de una procesión sobre un muro, con la cruz, o un niño promesero sentado en una vereda. Los rostros de integrantes de los bailes religiosos, expresivos, nortinos, morenos, se roban la atención en más de alguna página, como también los vemos cargar la imagen de la Virgen, o los momentos en que se preparan para el baile, con sus trajes. Y varias imágenes de los promeseros y promeseras bailando en las diversas fiestas religiosas de Atacama. Gran parte de estos libros se regalaron a quienes los fueron a buscar a la Librería Tierra Culta, con solo dejar sus datos con el registro de entrega, lo que además también fue promocionado por redes sociales y significó que el stock duró pocos días debido al interés que suscitó este trabajo en la comunidad.
PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
Este libro es fotográfico, por lo que comunica a través de sus imágenes, las que tienen una búsqueda muy personal del autor. No hay tesis, ni hipótesis en palabras, solo respeto en este libro a quienes conforman este mundo ligado a la religiosidad. Lo deja bien claro el autor en sus primeras páginas:
“Devoción en Atacama es una invitación a sumergirse en el universo de tradiciones culturales de nuestro territorio, colores, sonidos, imágenes, símbolos, danza, música, fe y creencias del pueblo que mediante su arte-vida busca mantenerse en permanente conexión y diálogo con la divinidad, su propia manera de recorrer el camino hacia lo trascendente”.
Sin embargo, un antecedente importante es que la UNESCO reconoció a los bailes chinos -que son una de las expresiones de estos bailes religiosos- como Patrimonio de la Humanidad. En el texto, de esta decisión comunicada un 26 de noviembre del 2014 señala “reconociendo más de 350 años de historia de esta tradición única que forma parte de las ceremonias católicas populares”. El libro ha recorrido diversos lugares, Patrimonio del Barrio lo ha llevado incluso en el viaje que emprendió a Dubai, donde lo entregó a la Biblioteca Mohammed bin Rashin Al Maktoum y por cierto también se encuentra en las bibliotecas públicas de Atacama.
En el lanzamiento, el autor dijo “Danzar es orar con los pies” y sobre la experiencia del libro indicó que “yo estaba muy interesado en hacer un fotolibro, no tan común, mucha gente va y existen muchos fotógrafos y fotógrafas que hacen este registro, pero yo lo quería llevar un poco más allá, quería generar también un vínculo entre los danzantes de estas festividades conmigo y esto plasmarlo en las imágenes, y que las personas, los espectadores, sintieran esa fe, esa vocación”.
RELATOS DE DEVOCIÓN
Hay un segundo libro, que esta vez impulsó la Fundación Patrimonio del Barrio, donde las fotografías de Ricardo Cossio también brillan. Se trata de “Eterna promesa: Relatos de devoción en Atacama”, que fue financiado con fondos de la glosa social del FNDR, en el concurso que impulsa el Gobierno Regional cada año para las organizaciones sociales. Pero en este trabajo Juan Pablo González y Mabel Tapia ponen las palabras y nos llevan por la historia de esta tradición, contando como en sus inicios los pueblos originarios de esta zona los practicaban como parte de sus ritos religiosos, y con la conquista española y la obligada evangelización, se hicieron parte del culto católico, con algunas resistencias de parte de la Iglesia, la que los observó, en algunos momentos los condenó, para luego volver a reconocerlos e integrarlos y mantenerlos dentro de las formas de la religiosidad.
El libro recoge las investigaciones existentes desde la conquista, pasando por la colonia a la fecha, dando cuenta de cómo el pensamiento ilustrado los despreció, y recién en el siglo XX volvieron a ocupar su lugar. Un tono muy distinto tuvo Ignacio Domeyko, el naturalista que en el siglo XIX en estudió Chile, él se emociona con la religiosidad que observa en ellos y de paso, genera un importante registro en “Mis Viajes: memorias de un exiliado”:
Saltan con los dos pies todo lo alto que pueden, bajan a tierra y de nuevo se alzan en reverencias hacia la iglesia y soplan en sus pitos en un solo tono, repitiendo siempre lo mismo. Durante la procesión daban vueltas y brincaban cual niños, rondas de indios con sus tamborcitos y pitos, y al centro de cada ronda, un viejo cacique, con sus canas recogidas en trenzas y con un gallardete, marcaba el compás, caía a tierra, se alzaba, miraba los ojos del rostro milagroso, se santiguaba, juntaba las manos para rezar, lloraba y sudaba copiosamente, con el acompañamiento no menos riguroso de sus compañeros. Cuando les tocó el turno a los indios, había que ver con qué ganas y con qué alegría inocente entraban corriendo, agitando sus banderitas, saltando y dándoles a los tambores y soplando siempre el mismo tono con sus huesos de Cóndor. Agachados hacia el suelo, cubiertos de sudor, vestidos con sus gruesos capotes negros saltaban lo mejor que podían y cantaban en indio antiguas canciones. Difícil era retener las lágrimas al ver su rectitud, humildad, sinceridad y fe.
Por esa falta de reconocimiento, los autores plantean que ha sido un proceso de perseverancia ante la adversidad, que da cuenta de una devoción que ha sido puesta a numerosas pruebas que han sorteando gracias a su religiosidad y a que forma ha formado parte de herencias familiares y de su cultura. No olvida contar su organización legal y también la relación que hay entre unas organizaciones y otras.
El libro, a través de las entrevistas de los promeseros y promeseras realizadas por Ricardo Cossio, va desentrañando el rol que cumplen quienes lo dirigen, como llega cada uno a integrarse a un baile, el valor comunitario que tiene en sus vidas ya que la mayoría lo considera como una segunda familia, la relación con la iglesia católica y en particular la fe hacia la Virgen María. Una valiosa investigación que aporta luces con el valor que entrega el conocerlo desde la voz y la mirada de sus propios protagonistas.
AGRADECIMIENTOS
El libro de fotografías de Ricardo Cossio “Devoción en Atacama” tiene un extenso acápite de agradecimientos que da cuenta de quienes abrieron sus puertas al autor: Bailes religiosos Indios Promesantes de Andacollo, Diablada Corazón de María, Caporales Ajayu de Candelaria, Mexicanos de la Virgen de Guadalupe, Santa Elena, Lourdes de Carrizalillo, Los Siervos del Carmen de Los Loros, Baile Mixto número 2, Nuestra Señora del Carmen de Copiapó, la Federación de Bailes Religiosos de Atacama y Baile Chino de Nuestra Señora del Rosario de Andacollo de Tierra Amarilla.
Mientras que por parte del equipo de la Fundación Defensa del Patrimonio del Barrio nombra a Mabel Tapia, Diego Rivera, Daniela Marambio, Juan Pablo González, Camila Maldonado, Andrea Veas y Wilma Ponce, además de su familia.



