Un libro y una postal sobre el desierto florido

La Corporación de  Patrimonio, Cultura y Turismo de Atacama presentó este libro postal, una apuesta fotográfica por difundir y conservar la belleza de este maravilloso fenómeno. 

Por Jessica Acuña Neira.

En busca de la Garra de León

Cada vez que hay una lluvia importante, es decir abundante, en la Región de Atacama, Rodrigo Escuti Muñoz entra en alerta. A dos semanas de las precipitaciones, a partir del día diez, empieza a recorrer los diversos lugares del desierto donde en años anteriores ha visto floración. Es un fotógrafo de naturaleza que actualmente vive en Alto del Carmen. Desde niño ha seguido al desierto florido, al menos así lo recuerda desde el evento de 1982, se dedicó a la fotografía desde el año 2007 y comenzó a registrar este bello fenómeno desde el 2010.

Deja el auto en un lugar y se aventura por el desierto y las quebradas en busca de aquellas especies más escasas. Se aleja de los turistas y los lugares más cercanos a la carretera, buscando lugares poco conocidos o de difícil acceso. En su búsqueda fácilmente camina 7, 8, o 10 kilómetros.  Sabe ubicarse en el desierto en lugares sin cobertura, tiene métodos como el sol, las quebradas y ciertas particularidades como un cactus por allí, rocas más allá y siempre va tomando una serie de fotografías con las que va marcando la ruta, para devolverse fácilmente. De todas formas suele dejar en el auto una carpa y lo mínimo para subsistir en caso de una emergencia. La única vez que se ha perdido, fue cuando se confió en el GPS y le tomó horas volver al lugar donde había dejado su moto.

Así fue como encontró esta astroemeria de la costa (Astroemeria wendermanni), en el límite entre las regiones de Atacama y Coquimbo, camino a Los Choros, en una ruta transitable solo para vehículos con doble tracción, con hojas tipo suculentas, acuosas, diferentes a las existentes en los otros sectores del desierto donde aparecen floraciones.  

La garra de león (leontochir ovallei) es una de las flores más apreciadas del fenómeno del desierto florido, es endémica de la Región de Atacama y crece en quebradas, en medio de las piedras, por lo que es difícil de encontrar y tan escasa que está en peligro de extinción. Es de las últimas en florecer, advierte este fotógrafo que durante años las ha seguido.

—Es bien especial, después del aluvión el 2017 se dio un desierto florido muy, pero muy bonito. Ahí la encontré. La más típica es la Garra de León roja, después viene la amarilla, pero de este color no lo había visto, es muy rara, tiene la punta roja. Hemos tenido el privilegio de encontrarla en la zona de la quebrada cerca de carrizal, a kilómetros de lugar donde se puede dejar el auto. Ese día partí a las 9.00 de la mañana y terminé a las 6.00 de la tarde y la encontré tarde. Fui con Jean, hijo de Lucho Cathalifaud, fuimos los únicos que llegamos porque estaba en un rodado, una pendiente súper inclinada, donde había puras piedras sueltas y esa flor estaba ubicada muy bien para ella pero muy mal para nosotros, tuvimos que hacer harto esfuerzo para llegar allí. Si es un cerro que tiene como 60 grados de inclinación, estás caminando y se te corren las piedras que vas pisando —cuenta sobre la imagen que logró capturar.

Para Rodrigo, a su mediana edad, cada desierto florido puede ser el último que ve, por lo que intenta dedicarle el máximo tiempo posible, buscando la biodiversidad.

—No busco esos campos llenos de alfombras moradas, de suspiros, no. Yo estoy buscando especies, astromelias, ojalá de distintos colores, patas de guanacos que sean de distinto color, entonces para eso tienes que ponerle color cuando llegas a la quebrada y ves lleno garras de león te apasionadas y foto y foto. Cuando era más cabro tomaba el detalle, la flor y ahora no, uno ve el entorno. Primero asegura a la flor en su entorno, con el cerro, el paisaje y después me voy al detalle. Es mágico al final.

Cuenta que comparte muy poco de los lugares donde están ese tipo de flores, principalmente con botánicos, científicos y fotógrafos de la naturaleza, debido al peligro que corren y el poco cuidado que algunos turistas tienen con estas delicadas especies (aquí recomendaciones para visitar sin dañar).

Malvilla.

La resiliencia de la Malvilla

Marcela Cortés es guía de turismo de su propia empresa, Malvilla Expediciones. Vive en Caldera. En el patio de su casa tiene un pluviómetro, donde va midiendo cuánta agua cae esa incierta vez en que los cielos se apiadan del desierto y regalan la lluvia. Nunca se sabe cuándo ni cuánto será en Atacama. Si ha caído harta agua, ella empieza a los pocos días a visitar los distintos sectores del desierto buscando donde hay indicios de que germinarán flores.

Ella sabe que el desierto florido va por etapas. Hay una serie de condiciones que se deben cumplir, una cierta cantidad de agua caída, temperaturas, lo que hace que no sea un fenómeno que se pueda programar ni predecir antes de una o varias lluvias. El año 2021, por ejemplo, después de unas precipitaciones cercanas a Caldera, el sector de la Pampa Caracoles floreció primero con patas de guanaco y de un mes para otro había unos tupidos campos de Malvilla. Su flor favorita, por cierto.

—Tiene para mí un significado súper grande. Me la enseñaron las personas que me formaron en el guiado del turismo, María Angélica Contreras, ella tiene el libro “Las flores del desierto de Caldera”. La malvilla es una planta que la ves en el territorio nuestro, calderana, por ende tiene algunas cualidades, se da en los terrenos más inhóspitos, en las condiciones menos favorables y así y todo hace todo su esfuerzo por estar, florecer y dejar la semilla. Uno también es responsable de dejar algo, dejar una semilla.  

La fotografía seleccionada la captó temprano, de mañana, el año 2021, se aprecian las gotas de rocío.

—Captamos cómo en el desierto, una planta que no es frondosa, es relativamente pequeña, con la camanchaca funciona y cómo la flor se adapta para captar esta cantidad de agua que es tan minúscula, pero tan necesaria.

La Malvilla es tan resiliente, que con poca agua aparece. Incluso al interior de Caldera, en la ciudad. Marcela cuenta que el año 2020 estuvo en unas reuniones con adultos mayores, donde conversaban del desierto florido y le contaron que antes, cuando había la mitad de viviendas que las actuales, las malvillas rodeaban la ciudad. Y como las semillas son porfiadas, mientras el desierto florece ellas también lo hacen, en algunos patios y en los espacios que encuentran en medio del cemento.

— Hay un recuerdo de como la comunidad veía el desierto florido tan cercano de su hogar. Hoy día recorres ciertas calles de Caldera y te das cuenta que entre la vereda puedes encontrar Malvilla y Coronilla de fraile —cuenta Marcela con entusiasmo.

Marcela no es fotógrafa profesional, pero ha ido perfeccionándose en el arte de registrar un momento, la esencia, aquello que a ratos se escapa al simple ojo humano. Como cuando en la imagen de Malvilla encuentra un insecto pequeño, reflejos o el rocío. Esa vida intensa que se desencadena una vez que comienzan las flores y que en parte provoca la fascinación de muchas personas.

—Vamos viendo cómo se entrelaza todo un ecosistema y esa es la maravilla que tiene el desierto florido. Tú ves una flor, un campo rosado, pero cuando observas el detalle hay una vida entera, un ecosistema que se está formando. Cuando tenemos estas oportunidades hacemos todo lo posible para que la gente también entienda lo importante que es la vida, con un relato científico, explicando la necesidad del cuidado y la protección, cuáles son las condiciones del desierto, por qué tenemos este tipo de flora. Porque los que aquí vivimos estamos acostumbrados a ver el desierto seco, pero los turistas no, por eso siempre los invito a venir cuando no esté con florido y observar lo increíble que es el paisaje. Tenemos los dos aspectos increíbles.

Como profesional del turismo, valora especialmente el libro “Semillas del desierto”, con su formato de imágenes desprendibles, verdaderas postales en su interior. Los turistas, especialmente los extranjeros, siempre piden postales, las que escasean por esta zona.

—El libro te da la posibilidad de jugar con el imaginario y los recuerdos de un desierto florido que no sabemos si se repetirá. Hay que considerar que las fotos que salen ahí no se tomaron meses atrás, hay algunas de harto tiempo, porque el desierto no está todos los años. Además, entrega la opción que este recuerdo se vaya a otros países, que es lo ideal —dice Marcela.

Añañucas.

Modo lagarto

Los primeros días de agosto del 2021 al mirar hacia los cerros al norte de Caldera, se veían verdes. Algo inusual. Rodrigo Terreros junto a Jorge Arévalo fueron a fotografiar. Arreglaron cámaras audiovisual y fotográfica, baterías cargadas, tarjetas de memoria listas, trípodes y otros accesorios para que nada fallara. Llevaban, por si acaso, algo para comer e hidratarse. Se subieron al vehículo y partieron temprano. Cuando llegaron al sector camino al Roble, al norte de Caldera, se encontraron con una floración tremenda, con una gran variedad de flores. Eran tal vez de los primeros que registraban y se daban cuenta del inusual fenómeno en la comuna.

—Nosotros pensamos que era una floración pequeña, pero nos encontramos que era tan grande, pensábamos recorrer por un rato y al final nos terminamos quedando hasta la noche, tomamos fotografías nocturnas. Fue más allá que ir a hacer tus fotografías como vivirse una experiencia bien indómita porque además había fauna: pajaritos, insectos, zorros y guanacos —recuerda sobre una jornada donde vieron zorros y huellas de pumas, algo no tan extraño ya que estaban cerca de la  “Quebrada del león”, que debe su nombre a la presencia de estos felinos, llamados antiguamente león o león americano.

Inusual según la experiencia de Rodrigo, que ha fotografiado el desierto florido desde el año 1997, nunca había visto florecer ese sector con esa magnitud. Ni para las lluvias más grandes, como la de los aluviones del 2015 o 2017 ni las del 2007.  Los lugares habituales han sido travesía en el camino entre Copiapó y Vallenar por la ruta 5, Totoral y, por cierto, algunas caletas en la costa y Llanos de Challe.

Rodrigo privilegia usar la luz natural para fotografiar de acuerdo con los diversos momentos que se van dando durante el día, sin flash ni pantallas que reflejen la luminosidad. Porque la tarea es transmitir un paisaje sin retoques y que a él lo emociona.

—Muchas veces es tan conmovedor y tan alucinante encontrarse con paisaje como el desierto florido que hay veces que más que registrar, tú también te pones a contemplar, uno va aprendiendo con los años de que no todo me lo tengo que llevar en la cámara, también hay cosas que son tus propios recuerdos, tesoros, registros de memoria más invaluables —reflexiona.

Un punto importante para Rodrigo es una de las formas en que lo fotografías, él lo llama “modo lagarto”, acostado en el suelo con el pecho y la guata sobre el desierto, para estar a la altura de las flores, los cactus y la fauna que lo rodea, las mariposas, lagartijas y gusanos que se asoman por todos lados.

Soldaditos.

Difundir el desierto florido

Andrea Arancibia es presidenta de la Corporación de Patrimonio, Cultura y Turismo de Atacama, desde allí presentaron el proyecto al Fondart Regional del 2021 solicitando un cofinanciamiento, con la idea de hacer realidad un libro de fotografía del desierto florido con una muestra de flores de toda la región. En principio contemplaron 25 páginas, pero al hacer las páginas aumentaron, hasta llegar a las 100. Comenzaron con un llamado a fotógrafos de la zona, para que aportaran con las que tenían en sus archivos, ya que ese no fue un año en que se produjera el maravilloso fenómeno, excepto en Caldera.

Fueron cinco fotógrafos que participaron:  Marcela Cortés, Jorge Arévalo, Rodrigo Escuti, Rodrigo Terreros y Andrea Arancibia, la producción quedó a cargo de Ojo Chango Films y el diseño y corrección de color en manos de Jorge Arévalo y su estudio Amonites Producciones. Tiene una breve introducción de Daniela Tornini. Su diseño es bien singular, ya que cada página con fotografía -a color y en alta calidad-, es también una postal, incluye el nombre común y el científico de cada especie. Andrea Arancibia cumplió el rol de creadora de la idea y directora responsable del proyecto que se transformó en el libro “Semillas del desierto”

En medio del proceso, tuvieron que enfrentarse a la nueva realidad y dificultades de la pandemia, incluidas cuarentenas y enfermedades de algunos de los involucrados, pero especialmente a la falta de suministros que ha afectado a la industria editorial y la crisis del papel, que ha llevado a que el valor de las impresiones en muchos casos duplique al presupuestado. Otro costo que subió demasiado fue el transporte.

El libro ya ha comenzado a circular, y tuvo su presentación en sociedad en la primera reunión de la Comisión Desierto Florido, impulsada por el Gobierno Regional, donde regalaron ejemplares a todos los involucrados en esta tarea de difundir y proteger el desierto florido. El libro, hasta ahora, no está a la venta, aunque no descartan en un futuro próximo una nueva edición que sí pueda circular en librerías.

Sobre el objetivo de esta edición, Andrea nos dice:

—Debido al calentamiento global no sabes si habrá o no desierto florido, siempre ha sido un fenómeno, pero antes había una estadística que cada tres o cuatro años se producía, generalmente había una preparación. Los últimos años, en cambio, hemos tenidos dos o tres años desierto florido, después pasa un montón que no hay, un tema medio ambiental climático, no sabemos como va a terminar por la cantidad de agua caída, la temperatura que tenemos, eso hizo que lo encontramos un tema frágil, que si nosotros no dejamos estos registros, no sabemos si nuestros hijos lo van a tener.

La segunda razón es ayudar a difundir.

—Es un patrimonio natural, tiene que ver con la cultura porque estamos hablando de todo lo que lleva consigo un desierto florido, fotografía, documentales, la parte científica y, además, el turismo porque gracias al desierto florido vienen masivamente turistas a la región. Al ser un fenómeno y no tener una fecha definida la difusión cuesta harto, porque no alcanzas a hacer un trabajo como éste, nosotros lo desarrollamos en un año. La idea de esta corporación, es que la iniciativa se replique, ( y sirva para impulsar la creación de otras obras regionales utilizando) este paisaje tan sorprendente de cuando los suelos secos del desierto más árido del planeta se cubren de flores.

1 comentario en «Un libro y una postal sobre el desierto florido»

  1. Excelente publicación de un extracto del libro postal, Semillas del Desierto escrito por la gran pluma de Jessica Acuña la que en un relato ameno cuenta el verdadero tesoro floral de nuestro desierto de Atacama, el que sin duda es un “fértil desierto”.

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