Reporteros en tinieblas

                                                                                                                                                                                                                  Por ©Mauricio Chalons.

“Si tus fotos no son suficientemente buenas, es porque no estás suficientemente cerca” Robert Capa.

La modernidad ha permitido a la psique de las masas sociales tener accesibilidad a uno de los tabúes ancestrales de las culturas humanas: la desnudez del cuerpo y re visión de la muerte natural o violenta del ser humano; en este último caso, demuestra la poderosa emoción y atracción que provoca ver los muertos en las personas.

Ante un cadáver, ante la muerte, el vulgo ve fijamente con mirada inquisitiva, en el subconsciente, su propio destino, su propia muerte. ¿Les, nos recuerda su cercanía cada vez más evidente? Los que observamos somos multitud heterogénea donde solo hay en la muerte interrupción radical y ninguna continuidad reconocible.

La muerte es un gran negocio, también la violencia como forma de control social y las imágenes, sean fotográficas o en vídeo, sobre todo las más actuales, se convierten en objeto del deseo de las masas, quienes se convierten en “expertos” de todas sus facetas sin haber estado nunca, en una zona de combate, por experiencia sé que quien ha sido veterano de un conflicto, no anda platicando a todo mundo su experiencia convertida en shock post traumático de guerra.

La anamnesis no significa nada ni para la víctima ni para el victimario. Civiles, excombatientes y periodistas cuando hablan de su experiencia, sus palabras corren sin detenerse cercenadas por el recuerdo de la violencia como si no tuvieran que ver con un mundo ya no relacionado con ellos.

En su memoria, el pasado no merece ser revivido y el futuro no existe. 

La palabra del otro, del que no vivió el infierno en carne propia, es vana, su conocimiento no sirve para describir lo ahí vivido, el terror de la tragedia que pervive en el subconsciente de quien sí lo vivió. Para ellos no hay extremos, solo el limbo del eterno recuerdo, en silencio, reviven numerosos episodios de la guerra y la violencia, su guerra. Víctimas y victimarios pisan una delgada línea que, a veces, confunde quien es quien…

Los trabajadores de medios que cubren eventos violentos en zonas de alto riesgo no son, en general, adictos a la acción, aunque algunos podrían a la vista de ignotos, calificar como tal.

El trabajo en dichas zonas de riesgo conlleva la posibilidad latente de resultar herido o perder la vida durante las coberturas informativas, es lo primero que hay que tener en cuenta al realizarlas, no tengo dudas sobre lo conscientes que eran de dichas posibilidades los compañeros caídos en el cumplimiento de su deber informativo.

Otros factores que aumentan la posibilidad de resultar con heridas o la muerte son francotiradores, minas antipersonales, disparos por armas de fuego, ser secuestrado, emboscado o ser confundido con espía, o, combatiente. A diferencia de lo que la gente adicta a las películas o juegos de guerra piensa o sueña, en un combate real las personas resultan heridas o muertas -no se vuelven a levantar o pierden puntos-, sufriendo no solo ellos las consecuencias de dichos sucesos, si no sus familias, la gente que los quería, a quienes les importaban.

Independientemente de las líneas editoriales de las empresas en las que colaboran los trabajadores de medios -los freelance se mueven en otras esferas, esto está dicho sin intención de menoscabar su labor informativa-, el asesinato o la desaparición forzada de cualquiera de ellos, no solo es una afrenta a la libertad de expresión y pensamiento, sino que menoscaba nuestra humanidad al pensar, quienes realizan estos actos criminales, que la impunidad es algo cotidiano, tanto como la violencia ejercida contra sus víctimas y la sociedad consumista de la violencia a través de las redes sociales también además de posibles víctimas de los violentes, son quizá inconscientemente, promotores de dicha impunidad.

Quienes hemos perdido alumnos, amigos, conocidos o simplemente compañeros de profesión asesinados por su labor informativa, solo nos queda seguir contando las historias, recordando en nuestras líneas, fotografías o vídeos, el trabajo de los que se nos adelantaron en la vida, dando voz a las víctimas, a todos aquellos que sin la labor informativa de los periodistas, no tendrían representación en nuestra sociedad.

Fotografía de Mauricio Chalons.

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